Adorar la Sagrada Eucaristía



Trata bien a tu Huésped

La mujer que, en casa de Simón el leproso, llena de atenciones a Jesús, nos recuerda nuestro deber de ser finos ante la Presencia Real. Enseñanzas de san Juan Pablo II, corroboradas con su propio ejemplo.



Cree, confía, ama.

En casa de Simón el leproso, la mujer pecadora (¿María Magdalena?) colma de atenciones a Jesús. Recibe de Él un maravilloso elogio: “Ha amado mucho”. Tenemos la oportunidad de demostrarle lo mismo en su Presencia Eucarística, postrándonos largos ratos hasta escuchar su palabra y sentir los latidos de su Corazón.



Hacer amar la Eucaristía

Testimonio de santa Teresa de Calcuta: luego de establecer en su congregación una hora de adoración eucarística, el amor a Jesús se volvió más íntimo, la fraternidad más comprensiva y se duplicó el número de vocaciones. Es lógico: estando ahí el Autor de toda gracia, de ahí fluyen los bienes a la Iglesia. Que de todos sea amado, Jesús sacramentado.