Adorar la Sagrada Eucaristía



Jesús Sacramentado en Betania

Betania era un hogar donde Jesús se sentía querido, en confianza. Eso deben ser nuestros sagrarios: aprendamos a pasarla bien ahí porque Jesús se la pasará muy bien encontrando nuestra compañía. Descansamos de nuestras penas y Él descansa de las suyas. Encender nuestra fe, porque en la Eucaristía se revela una infinita humildad que podemos dejar de darle relevancia.



Sagrarios abandonados: dolor de amor.

San Manuel González quiso ser el obispo de los sagrarios abandonados. Busquemos sensibilizarnos también con un Corazón de perfecta vida afectiva, oculta en los sagrarios, que nos agradecerá la compañía y cualquier otro detalle de fe y amor eucarísticos. El obispo santo aseguraba que ahí, junto a Jesús Sacramentado, no solo somos consolados nosotros, sino que también lo consolamos a Él.



Fuego de Eucaristía

El fuego del Corazón de Jesús se concentra en la Eucaristía. Corresponder con locuras a las locuras de Aquel que quiso quedarse en el Pan. Entonces nuestra vida se llenará de eficacia redentora.