Adorar la Sagrada Eucaristía



Almas de Eucaristía

San Josemaría invitaba: “¡Sé alma de Eucaristía! Si el centro de tus pensamientos y esperanzas está en el Sagrario, ¡qué abundantes los frutos de santidad y de apostolado!” (Forja, 835). El alma es el principio que da forma y organiza el dinamismo del hombre. Eso debe ser la Eucaristía para el cristiano. ¿Qué alcances tiene ese sintagma alma de Eucaristía?



Deseo de Eucaristía

Dichosos sus ojos que ven y sus oídos que oyen. ¿Qué? A Él Sacramentado. Muchos reyes y profetas no lo tuvieron, ni siquiera el Bautista. Tan gran don reclama deseo de unión. Jesús habrá de convertirse en nuestro único y gran deseo. Dejemos otros, ansiémoslo, para que el deseo eucarístico se convierta en la medida de nuestro Cielo.



Adorar con devoción

Al Santísimo Sacramento se le debe el culto de adoración propio del Dios verdadero. Y también la devoción, el afecto, la ternura, porque ahí se encuentra un Corazón que ama. Entrar en la dinámica de la Eucaristía nos habla de la locura, de la donación sin tasa, de la eficacia sin límites.