Adorar la Sagrada Eucaristía




Mismo espacio y tiempo

“Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Así termina san Mateo su Evangelio, y Jesús lo cumple con su presencia de inhabitación y su presencia eucarística. Coincidencia en espacio y en tiempo, que requiere fe, recogimiento, silencio y dedicación de tiempo, para adorarlo.



El continuo milagro de la Eucaristía

No tenemos la estadística del número de milagros que hizo Jesús durante su vida terrena. Pero hemos de considerar la inmensidad del milagro cotidiano de la Eucaristía. Del Cielo a la Santísima Humanidad, de esa Humanidad a un trozo de pan. Misterio de amor, ante el cual, rendidamente, debemos llenarnos de agradecimiento, de petición de perdón y de súplica para crecer en la fe y el amor.



Iglesias o museos

Triste cosa que algunas iglesias, construidas en épocas de fe, se transformen en museos donde los turistas contemplan cosas muertas. Nuestra fe eucarística debe descubrir una persona que nos ama y nos llama, que pide en silencio ser el centro de la vida eclesial y de toda evangelización.