Quién es



Jesús es Dios y de eso depende todo

Hay verdades por las que dar la vida. La principal es afirmar con los labios, el corazón y las obras, que Jesús es Dios. A pesar de que nuestra cabeza no pueda abarcar (comprehender) el mismo concepto de Dios. “Entre el misterio y el absurdo, me quedo con el misterio”, decía Guitton. De esa verdad depende todo en nuestra vida. Porque Jesús, que es Dios, posee todos los atributos de la divinidad.



Tanto tiempo y no me conoces

Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y no me conoces? (Juan 14, 8). Podríamos poner nuestro nombre en lugar de Felipe… ¿realmente conocemos a Jesús? Amable y silencioso, en la Eucaristía. En un llamamiento de amor, en su Sagrado Corazón. ¿Comprendemos las alegrías que podríamos darle si tuviera en nuestro corazón su morada habitual? ¿Lo conocemos como un mendigo de amor?



Conocerlo de primera mano

El conocimiento de la vida del Señor es salvación. Conocer a Jesucristo supone no detenerse en el tiempo como los instantes presentes que transcurren, sino que abarca pasado y futuro. El mismo Señor actúa con la gracia propia de ese pasaje o de esas palabras. Saber orar con la Palabra de Dios: lectio, meditatio, oratio, contemplatio. Valor oracional de los Salmos.