Vida de oración



Nace a la vida en Cristo

En la segunda semana de Pascua, el evangelio de la Misa recoge el diálogo de Jesús con Nicodemo: “Debes nacer de nuevo”, le dice. Nacer de lo alto, con la vida superior. La Resurrección de Cristo nos afecta hasta lo más hondo, pues nos hace vivir esa vida nueva que se manifiesta en los encuentros cara a cara con el Señor. La oración es la respiración del corazón nuevo.



Cómo hacer oración

“Jesús se retiró al monte para orar, y pasó la noche en oración”. Revela el ser del hombre: orante. Recordar que la oración es un don: es Jesús que, como al ciego de Betsaida, lo toma de la mano, lo saca del pueblo y le pone saliva en los ojos. Aquel hombre no acaba de ver bien –la oración es un proceso– pero permanece con Jesús, hasta que contempla su Rostro.



Vivir orando

De principio a fin, la vida de Jesús está marcada por la oración. Y así debe ser la nuestra, a pesar de que constantemente nos descentramos y somos atrapados por simplezas. La oración es una gracia, es una actitud del alma ante Dios. Reclama siempre de nosotros fe y entrega. Pero constituye el sentido último de nuestra vida, pues nos libera del infierno de permanecer anclados en el propio yo.