Vida de oración



Como Jesús, mantente en oración.

¿Qué nos admira más de la vida de Jesús? ¿Sus milagros? ¿Su misericordia? ¿Su Sabiduría? ¿Su determinación para cumplir la Voluntad del Padre? ¿O todo junto? Pero no olvidemos una característica muy propia de Él: su continua oración. Llenemos nuestro espacio con la constante presencia de Dios, acogiéndola con corazón abierto, confiado, amoroso, agradecido.



Jesús iba a orar

Grabarnos la escena: Jesús iba con frecuencia a hacer oración. Él hablaba con su Padre; nosotros hablamos con Él. Nuestra vida se enriquecerá enormemente si logramos esos ratos serenos y prolongados para unir nuestro corazón al Suyo. Ser almas de oración.



Intimidad divina

Hoy, que es miércoles, fijémonos en san José y la familia de Nazaret. El ámbito familiar es una imagen del modo cómo quiere Dios que nos relacionemos con Él. Pero es una simple imagen: la intimidad a que nos conduce la vida de oración es ontológica, permanente, continuada y creciente. No desviarnos de tan maravilloso plan.