Vida de oración



Orar, amar intensificar los deseos.

Con los salmos oramos como debemos. Nos reubican, por ejemplo, el salmo 62: “Señor, mi alma tiene sed de Ti”. La medida del cielo es la medida del deseo: busquemos modos de hacer más intenso nuestro deseo de Dios. Unir corazones, incursionando en los misterios de Jesús.



Todo es oración

Una constante en la vida de Jesús: su oración. Busquemos que lo sea también en nosotros, sabiendo que todo vale, todo es canal de comunicación con Dios: la petición, el agradecimiento, la alegría, las miradas, la mortificación, el silencio…



Orar me hace rico ante Dios

En Lc 12, 16-21, Jesús nos propone la parábola del rico codicioso que, habiendo tenido una gran cosecha, manda agrandar sus graneros y decide dedicarse a la buena vida. “¡Insensato!” es el calificativo que recibe del Señor. Sí, es una gran falta de sensatez dedicarse a lo perecedero sin atender a la eternidad. E invita a “ser rico ante Dios”. Esa riqueza la acumulamos en nuestra vida de oración. Enseñanza de fray Luis de Granada.