Para servir, servir.
El Señor nos sorprende con lecciones que son el inverso del espíritu del mundo. En lugar de invitarnos a estar en los primeros puestos nos invita a los últimos. El mayor de todos es el que sirve. Un servicio que salga del corazón será un servicio alegre, incondicionado, universal y gratuito. El amor no se raciona.