Caridad



La estimación y la caridad

Luego de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dice que deben amarse unos a otros como Él nos ha amado. Necesitamos el amor divino para cumplir el precepto de la caridad. Pero podemos ejercitarnos, de acuerdo a la enseñanza de santo Tomás, con la “estimación”, es decir, con la actitud de fijarnos ante todo en las cosas buenas de nuestros prójimos –y no en las malas.



Reunidos en el Cenáculo

Desde el principio quiso Jesús dar estructura familiar a los suyos, a la primera comunidad cristiana. Porque es imposible tener verdadero amor a Dios en el corazón y no tenerlo para el prójimo. San Juan Pablo animaba a vivir finamente la caridad comprendiendo que cada persona lleva en sí un dolor y un misterio. Todos los hombres son sujetos de misericordia.



Afán de servir

“Así como los poderosos oprimen a los pueblos, entre ustedes debe suceder lo contrario”. El primero debe convertirse en esclavo de todos. Imitamos al Hijo del hombre cuando servimos, y ese ha de ser nuestro orgullo. Si procede del amor, el servicio se torna alegre, fino, discreto, y es fuente de felicidad.