Pentecostés (incluye Decenario)



Don del Dios Altísimo

En Pentecostés, los Apóstoles son robustecidos por el poder de lo alto, y comienza el tiempo de la Iglesia. Altissimi donum Dei, canta el himno. Un inmenso regalo de Dios Altísimo, que es ya nuestro, que es para nuestro uso y disfrute. Sería muy triste que no lo empleáramos. ¿Cómo aprovecharlo? ¡Deseándolo! Él viene en quienes tienen conciencia de su pobreza, y claman por su auxilio.



El Espíritu Santo es la gran donación

En sus últimas conversaciones con sus apóstoles, Jesús tenía un interés muy particular en hablarles del Espíritu Santo. “El Paráclito habita en ustedes”, les decía, animándolos a contar con ese Amor sustancial que los llevaría a la santidad. Estemos atentos a sus mociones, recordando que el Espíritu Santo es fruto de la cruz, de la entrega total a Dios y de la renuncia a nosotros mismos.



Cómo atraer la acción del Espíritu Santo

Pentecostés marca el inicio de la tercera etapa de vivificación del Espíritu Santo sobre la Humanidad. El Santificador se nos dona para santificar cualquier situación de nuestra vida. ¿Cómo advertirlo, y cómo hacer más intensa su acción?