Santidad



Enfoca bien la santidad

Ante la realidad del demonio hemos de cuidar el insidioso riesgo de la soberbia. Un posible peligro es la sutil vuelta sobre nosotros mismos al plantear la santidad en términos de auto perfección. La santidad es amor, es hacer las cosas “entre los dos”. El que se queda pensando en sí mismo se convierte en el peor enemigo de sí mismo.



Hazlo todo por amor

Una santidad planteada en términos deportivos es muy llevadera: no se trata de violencia, sino de connaturalidad. El secreto es el amor, la identidad de quereres, la unión de los afectos. “Al fin para este fin de amor fuimos creados”.



Resuelve desde lo hondo

Los limpios de corazón son aquellos que ajustan su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres campos: la caridad, la sensualidad y el amor a la verdad. Busquemos sustituir nuestros malos huéspedes interiores dándole al corazón el alimento bueno del amor divino.