Santidad



Santidad y Sabiduría

Al inicio de su reinado, Salomón pidió a Dios sabiduría, y a Dios le agradó esa súplica. Pidámosla nosotros también, pues no hay don mayor que ella, y al tenerla, acabaremos prefiriéndola a todos los bienes materiales. Aprendemos la sabiduría en la vida de Jesús y de los santos, particularmente en la vida de María.



Ansias de santidad

El grano echado en tierra brota y crece, sin que el hombre sepa cómo (cf. Mc 4, 27). La santidad es ante todo acción de la gracia, y nosotros debemos sencillamente ser dóciles para que “dé fruto: primero el tallo, luego la espiga y después el trigo abundante en la espiga” (v. 29). La santidad es el proyecto de Dios para todo hombre, y el único camino para ser felices.



La santidad es ser bueno

El proyecto de Dios no tiene límites: siempre puede crecer la unión con Cristo. Eso es la santidad, el asimilarnos a Jesús. Pero no significa que debamos hacer cosas extraordinarias, pasar a la historia. El amor es una raíz cuyo fruto es la bondad. Mi corazón tiene raíces de mal, y por eso no manifiesto bondad. Valorar el ser bueno por encima de otras percepciones de mi yo.