Cruz



Sangre derramada: amor a la Cruz.

La Misa votiva de la Preciosísima Sangre de Cristo suele celebrarse los viernes. Nos recuerda la verdad sobre la que gira toda nuestra religión: somos salvados por el derramamiento de la Sangre. Su eficacia es, por tanto, infinita, y revela también un infinito amor. Es el signo que invita a derramar también nuestra sangre, a ser generosos en la entrega a través de la mortificación constante.



Doctorado en la Ciencia de la Cruz

Para ser santos necesitamos sacar un doctorado: es la ciencia de la Cruz. El maestro del doctorado es el mismo Cristo, y lo son también María y los santos. Aprobar la ciencia consiste en cambiar el dolor por amor, y en descubrir que la alegría tiene sus raíces en forma de cruz.



Pensar en el Crucificado

Hacer penitencia es requisito para entrar en el Reino de los Cielos. Sin embargo, la relegamos frecuentemente, quizá porque no logramos comprender a fondo su profundo valor. Y, sobre todo, el amor que Jesús nos mostró muriendo en ella. “Cruz, descanso sabroso de mi vida, vos seáis la bienvenida”, decía santa Teresa. Un descanso sabroso, porque encontramos en ella el más grande amor.