Cruz



La centralidad de la Cruz

Cuando rechazamos la cruz, nuestra vida declina. En lo personal y en las comunidades. No se trata de adaptarnos al mundo moderno, sino de plantar la cruz de Cristo en todas las actividades humanas. La cruz ahuyenta todos los males, y es lo que nos da eficacia. Una mortificación interesante: la curiosidad.



Sin Cruz no hay fruto

La herejía protestante negó el carácter sacrificial de la Misa, aceptó el divorcio y quitó el celibato. Jesús dijo que el grano de trigo, para dar fruto, tenía que morir. Así sucede en la vida de cada persona, de cada parroquia, de cada diócesis. Si se escamotea la cruz, aparece la esterilidad. La redención viene de la cruz, y el amor se demuestra crucificado.



Cruz: amarla y alegrarnos con ella.

La sombra de la Cruz se proyecta en toda la vida del Señor. Y también en la historia del cristianismo… y de cada cristiano que busque asociarse a la gloria de la resurrección. No la cruz del asceta que se desgasta por un ideal personal, sino la Cruz regada por la Sangre del Crucificado. Una cruz sin amor trae consigo la amargura y la rebeldía. Meditación del Via Crucis y amor a los crucifijos.