Espíritu Santo



Valora al Espíritu Santo

Las aves que vuelan más alto son las que suben por impulso del viento. Subir hacia Dios requiere docilidad al soplo del Espíritu Santo. Desearlo de corazón, insistirle en que venga. Valorar al Huésped que nos habita siendo dóciles a su acción y reconociéndolo en sus frutos.



Espíritu armonizador del caos

En toda reunión eclesial, desde unas semanas de estudio hasta el cónclave que elige al Romano Pontífice, se invoca el auxilio del Espíritu Santo. Porque en realidad nada podemos sin Él: “Nadie puede decir ‘Jesús es el Señor’ sino con el Espíritu Santo” (I Cor 12, 3). Él es el armonizador de nuestro caos, y nos ayudará a despegar hacia las alturas de una vida interior profunda, destrabándonos de aquello que nos hace desordenados.



Creer y amar al Espíritu Santo

¿No tendríamos que acusarnos de nuestra poca fe en el Espíritu Santo? ¿En su ser personal y en su acción santificadora? Porque está incluido en el “paquete” de nuestra santificación, y no como un añadido suplementario sino como algo absolutamente esencial. Meditar el Veni Creator y aprovechar también para orar con la hermosa secuencia que recoge Francisca Javiera del Valle en el Decenario.