Familiaridad con Dios: el don de piedad.
“El Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inenarrables” (Rom 8, 28). ¿Y qué pide? Que oremos como conviene, haciéndonos participar personalmente en las relaciones que se dan entre el Padre y el Hijo. Lo hace a través del don de piedad, que significa el amor intrafamiliar. Comunica unción y dulzura para todo lo que se refiere a Dios, y lleva a la confianza y al abandono.