Espíritu Santo



Familiaridad con Dios: el don de piedad.

“El Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inenarrables” (Rom 8, 28). ¿Y qué pide? Que oremos como conviene, haciéndonos participar personalmente en las relaciones que se dan entre el Padre y el Hijo. Lo hace a través del don de piedad, que significa el amor intrafamiliar. Comunica unción y dulzura para todo lo que se refiere a Dios, y lleva a la confianza y al abandono.



No olvidemos al Espíritu Santo

“Quedaron todos llenos del Espíritu Santo”, es la conclusión del relato de Pentecostés. Ilusionémonos con que eso también nos ocurra, pues no fue otro el deseo de Jesús cuando subía al Padre. Notemos su acción en los frutos que produce su presencia.



Déjate aconsejar por el Espíritu

Dios envía su Espíritu con los siete dones. Uno de ellos nos conduce a acertar en las decisiones. El don de consejo nos ilumina, y hemos de movernos por él más que por las voces del mundo, del demonio o de la carne. Dos armas del demonio, que resaltaba Jesús a santa Faustina: el orgullo y el miedo.