Amor a Dios



Amor hasta el extremo

In finem dilexit eos, dice san Juan al presentar el pórtico del triduo pascual. Ama con un amor que no puede crecer, sencillamente porque es todo el amor. Lo manifiesta con el Sacramento del Amor, en el que aguarda siempre. Así es, decía san Paulo VI: no es una imaginación o una fantasiosa superchería: es una realidad. Una Persona viva se esconde en cada Hostia.



El principio de todo es el amor

Es un gran don de Dios haber encontrado el sentido de nuestra vida. Y ese sentido es el amor de Dios. El primero de todos los mandamientos define nuestra esencia y determina nuestra felicidad. Y nos compromete, porque el amor tiene sus reglas, siendo la fundamental la de la entrega total. Revisar si no se nos ha metido la rutina o la inconsideración en las cosas de Dios.



Hambre y sed de justicia

¿Se puede ser feliz teniendo hambre y sed? Así lo afirma la bienaventuranza, y mientras más acuciantes sean esa hambre y esa sed el que las padece es más feliz. Es el ansia de que Dios sea amado, pues entonces se cumple la justicia más fundamental. Amarlo yo y desear que todos lo amen. Incluye, por tanto, el afán de santidad y el celo apostólico.