Apostolado



La mujer y el apostolado

El evangelista Lucas se caracteriza por dar relieve a la presencia de la mujer en la vida de Jesús. En el capítulo 8 nos habla de Magdalena, Juana, mujer de Cusa, Susana “y otras muchas que lo acompañaban con sus bienes”. La mujer, la madre, es la joya de la corona en la Iglesia. Con su precedencia en el orden del amor, trasmite mejor que el varón la forma de ser de Dios. Ha de hablar de Dios, pero sobre todo “hacerlo ver”.



Hacer amar a Jesús

En su primera carta larga, el Prelado nos pide ayudar a los demás a ir por caminos de contemplación, centrándonos en la Persona de Jesucristo. Recuerda que por eso no hacemos apostolado, ¡somos apóstoles!, lo que supone tanto como llenarnos del Señor para ser capaces de comunicarlo. La sonrisa es clara manifestación de que llevamos a Dios.



Libera del Leviatán

San Pedro postrado a los pies de Jesús recibe el encargo de pescar hombres. Al revés de los peces, los hombres viven cuando se los libera del monstruo del mar, del Leviatán (Isaías 27, 1). Cualquier desgaste o sacrificio vale la pena con tal de salvar un alma. Y más ahora… que el demonio se está llevando a muchas. Sintonizar con el Corazón de Cristo, que tiene sed de almas.