Humildad



Humildad y monoteísmo

¿Cómo pueden creer ustedes, que buscan alabarse unos a otros, y la gloria, que solo pertenece a Dios, no la buscan?, dice Jesús a los fariseos (Jn 5). Como si dijera: no es compatible la búsqueda de sí mismo con la búsqueda del Dios infinito. Dios premia a medida de rectitud: Deo omnis gloria! La humildad está inseparablemente unida a las virtudes teologales.



Alma humilde como el mar

Jesús ha venido a instruirnos, a decirnos cómo lograr el arte de vivir. Déjense instruir por mí, que soy manso y humilde de corazón, nos dijo. El humilde simplifica su existencia y la de los demás, logrando algo de capital importancia: ser amado por los santos, por los ángeles, por María y por el mismo Dios. ¡Ah!: y por los que están en su entorno.



Humildad y conocimiento propio

Aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso para sus almas. Jesús revela que el verdadero descanso proviene de la humildad, dejando que sea Dios quien conduzca nuestra vida. Aprovechar las humillaciones, sabiendo que Dios las envía precisamente para que crezcamos en humildad.