Espíritu Santo



Fuego de Amor

En Pentecostés, el Espíritu Santo se comunica en forma de lenguas de fuego. Imagen muy expresiva, pues el fuego es purificador, intensidad, resplandor. El primer fruto del Espíritu de Dios es, precisamente, un fuego de Amor. “Hazlo todo por Amor”, porque entonces serás movido por el Espíritu Santo. No como emoción pasajera, sino como fuego de permanencia, quemando lo más profundo de nuestro ser. Los antiguos pensaban que el fuego era una cosa divina y, si lo entendemos como el Espíritu Santo, es, efectivamente, lo propiamente divino.



Con la fuerza del Espíritu Santo

Cuando nos sintamos desganados, incluso para las cosas de Dios, llamemos al Espíritu Santo. Vendrá a darnos ánimo, aliento. Es el armonizador, el organizador de nuestro mundo interior. No se hace notar, pero sin Él nada podríamos: es como la energía eléctrica que no la vemos pero notamos sus efectos. Es la totalidad del amor, mayor aun a la suma de amores que encontramos aquí abajo.



Quema con el fuego del Amor del Espíritu Santo

No quería olvidar san Josemaría, ni siquiera cuando leía un libro, invocar el fuego del Espíritu Santo para hacerlo todo por amor. Es la Llama Viva que llenó a los Apóstoles en Pentecostés, y que nos debe purificar y encender. No extingamos ese fuego cerrándonos a su acción, sino que aprovechemos todas las oportunidades para hacerlo todo por amor. Así nos encenderemos en esa Llama de Amor.