Eucaristía y Eternidad
A la vista de la magnífica construcción del Templo de Jerusalén, Jesús hace tres profecías: la destrucción de ese Templo, los signos que antecederán al fin del mundo, y su venida gloriosa con gran poder y majestad. Pensemos en la eternidad, y valoremos más la Eucaristía como antídoto de inmortalidad.
Pan vivo, haz que mi alma que de Ti viva.
Pan vivo que das la vida al hombre / haz que mi alma de Ti viva (Himno Adoro te devote). Una vez más queremos dejarnos sorprender por el prodigio eucarístico, afirmando nuestra fe –que es la mayor de todas las certezas– en que Jesús es Quien está en la Eucaristía. Y nos asimila a Él cuando lo recibimos. Por eso las disposiciones previas –el hambre y la sed de recibirlo– determinarán nuestra identificación con Él.