Apostolado



Todos juntos

Jesús nos explica el Reino de los Cielos: “Érase un Rey…”, que deseando llenar el banquete de bodas de su Hijo, envió a sus siervos. Nosotros somos de esos siervos; nuestra vocación es misión. ¿Nos duele la tristísima situación de pecado de los hombres? Que vayamos todos juntos al Banquete del reino.

 

La última indicación de Jesús

“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. La Iglesia no puede dejar de ser misionera. El celo de los santos por la salvación de los hombres es punto de referencia: ¿tenemos conciencia de lo que importa, para la eternidad, nuestra acción apostólica?



Rebosa para dar

Jesús se manifiesta decepcionado de las ciudades ribereñas del lago por no haberse convertido. Este dolor ha de ser también el nuestro, al ver las almas que se pierden. Pero el celo apostólico sólo se enciende con un amor personal, ardiente y profundo a Jesucristo. Largas horas de intimidad aseguran una vida llena de fruto.